Toponimia

La toponimia es la ciencia que estudia los nombres con los que identificamos determinados espacios del territorio. Es, sin duda, uno de los campos más enriquecedores y apasionantes para quien estudie la lengua y la cultura de cualquier país. Nuestros antepasados fueron bautizando en diversos momentos de la historia los lugares que habitaban y cultivaban. Además, la mayor parte de los topónimos tenían, y muchos aún tienen, un significado acomodado a la realidad geográfica en la que nacieron. Con el tiempo, esta realidad fue cambiando y hoy en día ya hay cientos y cientos de topónimos opacos, es decir, que no nos dan pistas reales sobre lo que denominan. Pero, gracias a su estudio, podemos conocer mejor nuestra lengua y nuestra historia.

La toponimia forma parte de los elementos culturales que la Unesco denomina patrimonio inmaterial de los pueblos. El carácter permanente de los topónimos los hace monumentos históricos, que se mantienen en pie a través de los siglos y que funcionan como referentes compartidos de la comunidad, como señales de la identidad colectiva.

Sobre la riqueza de nombres de lugar en Galicia se han hecho muchas estimaciones, que van desde los "cien mil  nombres  geográficos, separados,  aunque no distintos" de los hablaba el padre Sarmiento, a los "treinta  millones de fincas, cada una con su nombre" que calculaba Filgueira Valverde. Lo que sabemos con certeza es que vivimos en un país que tiene un tercio de los nombres de lugar de toda España.

Esta abundancia de topónimos se vio favorecida por la dispersión de las entidades de población; por el enorme reparto de la tierra (minifundismo); por la orografía irregular y dificultosa del terreno; por la secular explotación de los recursos agrícolas, ganaderos y marineros; por la abundante y variada flora y fauna; y, finalmente, por la voluntad de querer nombrar cada trozo de tierra.

Hoy, la transformación demográfica y la progresiva desaparición de los modos de vida tradicionales amenazan gravemente la conservación de este  riquísimo patrimonio. Desde hace tiempo se está observando una preocupante pérdida de la microtoponimia tanto en el medio rural como en el urbano. Buena parte de los topónimos menores solo tienen vida en el habla o en la memoria de personas de edad, y con cada persona que muere, o que abandona su actividad en el campo o en el mar, desaparece un buen número de topónimos.

La Real Academia Galega, en un informe dirigido al Gobierno y al Parlamento de Galicia en el año 2001, alertaba sobre este hecho, en un diagnóstico que recoge expresiones como las siguientes: «O abandono da actividade agraria, o xigantesco proceso de urbanización e diversas intervencións como obras públicas ou concentracións parcelarias poñen en perigo de desaparición irreversible unha gran parte deste tesouro. [...] Cómpre unha acción institucional intensa (que pode estimular a cooperación privada, como acontece xa con certas Comunidades de Montes) que salve (...) este tesouro.»

En el año 2014, la RAG se volvió a dirigir formalmente al Congreso de los Diputados para solicitar la inclusión expresa de la toponimia tradicional en la definición de concepto de patrimonio cultural inmaterial cuando este preparaba la futura Ley para la Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial que se estaba elaborando en ese momento a nivel estatal. El siguiente paso sería solicitar a la Unesco la declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por representar nuestra toponimia una «riqueza única en el mundo» de un «valor incalculable».

Esta iniciativa, secundada por la Secretaría Xeral de Política Lingüística y por la Comisión Especializada en Nombres Geográficos del Ministerio de Fomento, provocó el efecto deseado en primera instancia, pues por primera vez aparece citada (artículo 2) de forma expresa la toponimia tradicional en la Ley 10/2015, de 26 de mayo, para la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial:

«Tendrán la consideración de bienes del patrimonio cultural inmaterial... a) Tradiciones y expresiones orales, incluidas las modalidades y particularidades lingüísticas como vehículo de patrimonio cultural inmaterial, así como la toponimia tradicional como instrumento de la concreción de la denominación geográfica de los territorios...».

Un año después, se aprueba en el Parlamento gallego la Ley 5/2016, de 4 de mayo, del patrimonio cultural de Galicia. Como en el caso anterior, se nombra la toponimia como uno de los bienes del patrimonio cultural inmaterial a los efectos de esta ley, junto con la lengua, las tradiciones y expresiones orales y las artes del espectáculo (artículo 9.3).

La importancia de estas leyes radica en que ahora existe una base legal que sustenta las actuaciones encaminadas a salvaguardar el patrimonio colectivo de todo el pueblo gallego. En el artículo 68, titulado Identificación, documentación e investigación del patrimonio cultural inmaterial, en el punto 2, se dice:

«La Xunta de Galicia velará, junto con otras instituciones de la Comunidad Autónoma, por la preservación de la toponimia tradicional, que se considera un valor  identitario de la Comunidad Autónoma, así como un instrumento para la concreción geográfica».

Unos años antes, el Plan xeral de normalización lingüística, aprobado, el 22 de septiembre de 2004, por unanimidad del Parlamento de Galicia, recogía, entre sus propuestas, la siguiente en el punto 1.2.6.: «Establecer que todos los trabajos topográficos y  cartográficos que hagan o encarguen las administraciones (mayoritariamente, diputaciones y ayuntamientos, los servicios de concentración parcelaria y el catastro) tienen que llevar incorporada la recogida de la  microtoponimia, conforme el sistema diseñado por la Comisión de Toponimia, y que el material  cartográfico recogido deberá ser remitido al SITGA, para su organización y puesta a la disposición de la sociedad en la Red».

El organismo  cartográfico de la Xunta de Galicia que en aquel momento era denominado con las siglas de SITGA hoy en día se conoce como Instituto de Estudos do Territorio (IET) y depende de la Consellería de Medio Ambiente e Ordenación do Territorio.

Por esta urgente necesidad de salvar un patrimonio tan valioso, la Comisión de Toponimia de la Xunta de Galicia, una vez finalizada la fase de fijación de la toponimia de entidades de población (Nomenclátor de Galicia), promovió en el año 2000 la puesta en marcha del Proyecto Toponimia de Galicia (PTG), que constituía un plan orientado a la recogida, introducción en una base de datos, normativización y digitalización de toda la  microtoponimia gallega.

Tras varios años en los que los trabajos sistemáticos sufrieron un parón, ahora se pretende acometer la urgente recogida del resto del territorio gallego contando con la participación y colaboración de particulares, asociaciones culturales y vecinales, comunidades de montes, cofradías de pescadores, centros de enseñanza, ayuntamientos...