El trabajo de la Ponencia de Estudios de la Comisión de Toponimia implicaba una primera fase de trabajo de gabinete en la que el equipo de lingüistas del proyecto realiza una nueva revisión de los topónimos para hacer una selección de los más problemáticos. Estos eran codificados según el tipo de problema lingüístico (gráfico, fonético, morfológico, sintáctico...) que presentase cada uno de ellos. Luego se hacía un contraste de los topónimos clasificados como entidades de población con el Nomenclátor de Galicia.
En una segunda fase, se reunían los miembros de la Ponencia de Estudios. Ponían en común el dictamen de los topónimos preseleccionados y proponían una primera forma normativizada. Los topónimos que no se podían dictaminar en la sesión de trabajo se enviaban de nuevo a preguntar en campo, o quedaban pendientes de que se pudiese ampliar información sobre ellos mediante consultas en fuentes escritas, tanto históricas como actuales.
Para facilitar el análisis de la información se diseñó un programa informático que permitía que cada miembro de la Comisión pudiese visualizar de una manera fácil las particularidades de cada topónimo y hacer los comentarios pertinentes para su fijación final. Asimismo, permitía consultar las formas ya normativizadas en otros municipios que pudiesen servir de criterio para solucionar un problema concreto.