Mediante un programa GIS, y teniendo delante la foto aérea en la que se localizó la toponimia recogida en el campo, se iban introduciendo los topónimos en un sistema de coordenadas, lo que permitía su georreferenciación. Esta información se convertía así en una capa más de las existentes en la cartografía y posibilitaba la realización de consultas interactivas con la base de datos, facilitando la visualización de la información parcial o completa del topónimo. También se podían crear mapas temáticos partiendo de una selección de la toponimia en función de unos criterios determinados (por la fonética, la tipología geográfica, etc.)
La siguiente foto ejemplifica el proceso y digitalización de los topónimos: