Si la cultura popular gallega eligió un árbol como símbolo ese es, sin duda, el carballo, un hecho que nos relaciona con otras culturas atlánticas y europeas. Las leyendas, el cancionerio popular, el refranero e incluso su uso en la lengua ("estás forte como un carballo!) atestiguan la importancia del roble en nuestro imaginario popular y en nuestro patrimonio inmaterial, en el que la toponimia tiene un lugar destacado.
En palabras de Gonzalo Navaza en su obra Fitotoponimia galega, el roble constituye, pues, "a realidade botánica máis importante da nosa fitotoponimia”. Y así es, sin duda: el roble está presente en un lugar destacado en nuestro inventario municipal. Tenemos la forma común del gallego en el ayuntamiento coruñés de Carballo, y los derivados O Carballiño, Carballedo, Carballeda de Avia y Carballeda de Valdeorras. A ellos tenemos que añadir las innúmeras formas en nuestra toponimia menor que van desde Carballo a Carballos, de Carballa a Carballas, Carballal, Carballás, Carballeiras, Carballizos, Carballedo, Carballeda y derivados con diminutivos o el elemento funcionando como complemento del nombre (Alto do Carballo...).
Cuanto a su etimología, la hipótesis más extendida considera la forma prelatina CARBAcon el sufixo --ALIU el origen de la palabra del gallego común carballo y del portugués carvalho, además del carbayu del asturiano fuera de nuestro espacio lingüístico.
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