Vilardecás, un topónimo superviviente

En el artículo "Malos, Perros e Cas, topónimos interditos”, el académico correspondiente y miembro del Seminario de Onomástica Antón Palacio explica como cuatro parroquias gallegas sufrieron un proceso de retoponimización en el siglo XVI. El motivo fue que las autoridades eclesiásticas consideraron que sus nombres eran pocos apropiados o despectivos para designar una feligresía. El cambio denominativo fue promovido por los obispos de las respectivas diócesis, movidos por el espíritu reformador de la Administración eclesiástica surgido tras el concilio de Trento, según Antón Palacio. Estas cuatro parroquias, Santa María de Malos en Melide, Santa María de Perros en Brión y Boimorto, y Santa María de Cas en Oroso, pasaron a denominarse, desde entonces, con el topónimo Os Ánxeles. De este cambio toponímico se salvaron dos parroquias, Cans en O Porriño y Vilardecás en Maceda.

Desconocemos por que las autoridades eclesiásticas no pusieron su mirada en este topónimo como sí lo hicieron en los de Brión, Boimorto o Melide. Según Antón Palacio, la parroquia porriñesa de Cans llegó sin cambios a nuestros días porque, entre otras razones, “o tabú non pode actuar con este nome coa mesma forza con que o fixo en Perros”, motivo que también pudo operar en la supervivencia de Vilardecás hasta nuestros días. 

Vilardecás es un topónimo único, aunque existen dos Vilar de Cas en nuestro Nomenclátor de Galicia como aldeas de las feligresías de Moreira, en Castroverde, y de Souto de Limia, en Muíños. En documentos en latín o en gallego medieval, localizados en Ourense, Melón o Xinzo de Limia, el topónimo de Maceda aparece como Uilar de Caes (1142), Uilla de Canes (1260), o Pedro Peláez de Uilar de Caes (1255). También lo documentamos como Villare de Canibus (1174) o Villari de Canibus (1291), sin embargo, parecen falsas latinizacións.

Sobre el Vilar de Cas de Castroverde, documentado como Vilar de Caesen(1286) o Villar de Caesen (1309), Nicandro Ares expone que “parece aludir a CANIS ‘can’ (animal)”, etimología que Manuel Domínguez Quiroga traslada al homónimo de Muíños. Sin embargo, Nicandro Ares también apunta al antropónimo CANIS, nombre latino con claro matiz despectivo, según Ana Boullón.

Vilardecás, por tanto, podría tener origen ora en una explotación agrícola donde había muchos perros o que “cas” fuera el apodo despectivo de sus primeros moradores, lo cual no fue percibido como ofensivo por las autoridades eclesiásticas, un hecho que posiblemente lo salvó de la retoponimización.

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