El origen del curioso topónimo Castro Barbudo de Ponte Caldelas

En Ponte Caldelas existe un castro al lado del embalse de Eiras donde moró, en tiempos remotos, un habitante singular: un gigante de largas barbas. Así cuentan por estas tierras pontevedresas el origen del nombre de una de sus parroquias, Castro Barbudo

Este relato popular no es único, pues se repite también para otros dos yacimientos arqueológicos con un nombre igual, como Castro Barbudo de Rianxo, y Castro de Barbude (en textos antiguos aparece como Barbudo) o Castro de Trasmonte, en A Estrada. Además, estas denominaciones no son exclusivas de la toponimia gallega: en el municipio portugués de Villa Verde, próximo a Galicia, existe un Monte Barbudo y un Castro Barbudo.

Lejos de la tradición oral, fueron varias las hipótesis que los expertos en toponimia dieron sobre este curioso topónimo. En artículo “Arqueoloxía dun topónimo: o nome do Vigo romano”, el arqueólogo Manuel Santos Estévez defiende que el antiguo nombre de la ciudad olívica fue Burbida, un topónimo que para Moralejo Álvarez sería de origen hispano-céltico. Santos Estévez acredita en esta hipótesis e indica que Burbida sería el nombre antiguo del castro de Vigo. Para apoyar su tesis, relaciona Burbida con los topónimos Barbude y Barbudo, los tres, según él, haciendo referencia a otros tantos castros. Esta tesis podría estar fundamentada por la similitud fonética del topónimo con otros como Barbanza, Barbaña o Barbesa, que se suelen explicar como orotopónimos prerromanos derivados de una raíz bar- con un significado semejante al de ‘depresión’, ‘costa’ o ‘desnivel’.

Por su parte, Edelmiro Bascuas defiende que Barbudo reproduciría el apelativo barbudo en el sentido fitonímico de ‘vástago de planta’ o ‘que tiene pelos o apéndices similares a barbas’, una tesis con la que concuerda Fernando Cabeza Quiles en la obra Toponimia da Estrada. Según este último, Barbudo sería un fitotopónimo referido a alturas cuyas laderas, retomadas por el monte en forma de cubierta vegetal, pudieron ser comparadas con los pelos de una barba. A esta hipótesis, añade una tercera vía que no excluye la anterior: la posibilidad de que en el gallego antiguo la forma barbudo se empleara para “un tipo de plantas específicas, tal vez parásitas, con raíces aéreas o no, que recordaran unas barbas largas, toda vez que el Padre Sobreira registra en el siglo XVIII el adjetivo barbudo aplicado la árboles o plantas “que tienen como barbas”.

En conclusión, es posible que en Castro Barbudo hubiera "barbas", pero no de un gigante, sino de plantas. 

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