"Entre las brumas del tiempo", hay una figura que arroja luz sobre nuestro origen, padre "de la raza más pura de nuestras montañas, la raza ártabra". Esa figura de la que hablaba Benito Vicetto (1865) en su Historia de Galicia era Artai, hijo del primer poblador gallego, Brigo. Según la leyenda de Vicetto, Artai vino a fundar su casa por las tierras de Arteixo que, al fin y a al cabo, sería una derivación de Artai o Artaigo.
La imaginación de Vicetto para la toponimia no tenía límites, como tampoco lo tenían las hipótesis que había recogido Uxío Carré Aldao en la obra Geografía General del Reino de Galicia: para algunos, Arteixo sería una palabra prelatina que significaría "caliente", en relación a los balnearios que existen en la localidad; y para otros, estaría relacionado con el éuscaro Artz, "oso", que lo ligaría con la parroquia de Oseira.
Osos, aguas termales o lugar de Artai quedan lejos de las hipótesis más recientes que desde la filología se dan para la etimología de Arteixo. Edelmiro Bascuas apuntó a una raíz indoeuropea *Aire-, referida a las aguas, con un significado equivalente a "un valle regado por varios cursos fluviales". Sin embargo, la mayoría de investigadores coincide en la hipótesis de que Arteixo es un topónimo de origen prerromana, probablemente derivado de una raíz *Art- con el significado de "concavidad o depresión". Pertenecería, por lo tanto, a la misma familia léxica del sustantivo común artesa, "arca de madera para amasar el pan y guardarlo después en ella" y estaría relacionado con otros topónimos como Artes (Carballo).
Sea como fuere, Arteixo es un topónimo único en toda la geografía gallega que sólo tiene similitud en la sierra de la Arteixiña, en Quiroga.
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